En todo el camino peatonal recién inaugurado para unir la estación de Joaquín Sorolla y la del Norte , la sombra sólo llega por encima de la cabeza en los últimos 50 metros y la fuente de agua está cerrada y precintada. Cuando el termómetro de la calle Xàtiva roza los 40 grados, la sensación es que en ese camino cuyo suelo está pintado de verde y sus muros, a trozos, adornados con césped artificial, hace mucho más calor . En lo que se tarda en recorrer ese trayecto, solamente aparece una familia con maletas que se detiene para echarse agua por la cabeza y un hombre con una camisa con manga larga que casi corre para huir del calor. Es la vía de entrada para muchos turistas al centro de la ciudad, o a la conexión con otros municipios turísticos, y es un verdadero horno . No es el único:
La València turística, zombi ante la ola de calor

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