Durante más de dos décadas, si sentíamos un dolor en el pecho o queríamos saber la dirección de un restaurante, el pronóstico del clima para el fin de semana o la fecha de nacimiento de Lionel Messi, abríamos Google, escribíamos la pregunta y listo. En cuestión de segundos, aparecían los famosos links azules con la información precisa. Googlear se convirtió en el verbo de nuestra era: el acto reflejo digital para resolver cualquier duda, desde la más trivial hasta la más existencial.
Pero esa era está llegando a su fin.
Tal como la conocimos, la web abierta está mutando —y en muchos sentidos, desapareciendo—, frente a nuestros ojos. La razón principal tiene nombre y apellido: inteligencia artificial. Este nuevo paradigma tecnológico está devorando silenciosamente a la vieja internet basa