El rostro desolado de Samuel Viera ilustraba este jueves el sentir de los afectados por los incendios que desde esta semana castigan no solo Galicia, sino gran parte de la Península Ibérica, con una virulencia agravada por la extrema ola de calor, el viento y la polémica sobre la inversión en prevención. «Lo he perdido todo», sostenía Samuel antes de reconocer que la ropa que llevaba puesta era todo lo que le quedaba tras arder su casa y su coche pasto del fuego en la aldea de A Caridade, afectada por los incendios de Oímbra y Monterrei.
La virulencia de la ola incendiaria en la comunidad, especialmente en la provincia de Ourense, hace de este agosto de fuego el más grave de los últimos dieciocho años. Los megaincendios de las últimas semanas sitúan a Galicia ante la quinta peor ola de ll