La salida de Casa de Nariño de Alfredo Saade, uno de los funcionarios más polémicos y poderosos del gobierno del presidente Gustavo Petro, terminó siendo decidida por una de las características más marcadas del hasta el viernes jefe de gabinete: su disposición a cumplir, muchas veces sin mayores miramientos políticos o jurídicos, las órdenes de su jefe.
Atornillado en Palacio desde hace dos meses y convertido, a pesar de las quejas abiertas de muchos antiguos cercanos al primer mandatario, en una especie de ‘peaje’ para acceder a él, Saade se había convertido en la sombra de Gustavo Petro. El jueves, sin embargo, por primera vez no lo acompañó en uno de los actos públicos de primer nivel en la agenda presidencial, esta vez en los actos para celebrar (con una semana de retraso, por los par