“Gracias a Dios ya tenemos la libertad. Agradecido con el Gobierno ecuatoriano y el Gobierno colombiano por darnos otra oportunidad”. Las palabras de un exconvicto colombiano recién liberado de una cárcel ecuatoriana, mientras era deportado a su país, reflejaban el ambiente festivo en el puente Internacional de Rumichaca. La imagen de esos deportados contrasta con la de los que salen de Estados Unidos, en vuelos dirigidos al sur del continente, esposados y cabizbajos, quienes al llegar a su destino cuentan que por la medida vieron truncados sus sueños y proyectos.
La deportación de “criminales” que “desestabilizan la seguridad” de los países está de moda. Y bajo estas consignas, los gobiernos involucrados suelen cometer un sinfín de irregularidades y atropellos, mientras violan derechos y