Una de las formas convencionales de medir la modernidad de los asentamientos humanos es la urbanización; es decir, las personas abandonan las labores agrícolas o el llamado sector primario y se desplazan a las ciudades con industrias y servicios.

El gran proceso de urbanización de esta ciudad se dio casi en paralelo a la construcción teratológica, del México postrevolucionario. Por desgracia, junto con la urbanización no llegó la civilidad del urbanismo de otros países. Dicho de otra manera, los habitantes de esta gran ciudad piensan como campesinos urbanos.

A ese desfasamiento en las líneas del tiempo, el avance y la aspiración, le llaman tradición. A su simpleza rastacuera le dicen “el México profundo”. En muchos vecindarios de la ciudad aprendieron a usar el Metro (como el de París) y

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