Evo Morales, líder emblemático de la izquierda latinoamericana, se enfrenta a una crisis política en Bolivia. A sus 65 años, gobernó el país en tres ocasiones entre 2006 y 2019. En las elecciones generales de este domingo, aspiraba a un cuarto mandato, pero la ley local solo permite una reelección. Morales desafió esta norma y se opuso tanto al gobierno como a su propio partido, el Movimiento al Socialismo, en busca de una reelección indefinida, pero no tuvo éxito.

La lucha interna ha fragmentado al partido, enfrentando a Morales con el actual presidente Luis Arce. A pesar de mantener el apoyo de sus bases en El Alto y de los productores cocaleros de Cochabamba, Morales encabezó protestas y bloqueos de rutas contra Arce, a quien acusó de excluirlo de la contienda electoral en complicidad con los jueces. Estas manifestaciones generaron caos social y escasez de productos en el país. Sin embargo, al notar un creciente rechazo popular, Morales comenzó a levantar las protestas gradualmente.

En un giro de su estrategia, decidió hacer campaña por el voto "nulo", afirmando: "Nosotros no vamos a dar legitimidad a esa elección amañada". Según el sociólogo Juan Carlos Núñez, Morales tuvo un liderazgo significativo, pero no supo retirarse en el momento adecuado, lo que debilitó las posibilidades de la izquierda en estas elecciones. Los candidatos oficialistas, Eduardo del Castillo y Andrónico Rodríguez, se encuentran rezagados en las encuestas.

A pesar de que su legado se ve afectado por su deseo de regresar al poder, Morales aún cuenta con leales seguidores. El internacionalista Pablo Calderón señala que su figura sigue siendo poderosa en Bolivia, lo que puede ser peligroso, ya que se asemeja a un culto a la personalidad.

Además de la crisis política, Morales enfrenta serias acusaciones. La fiscalía lo investiga por presunto abuso sexual de una menor. Se alega que en 2015 mantuvo una relación con una adolescente de 15 años, con quien tuvo una hija en 2016. Aunque un caso anterior fue archivado en 2020, en 2024 se abrió una nueva investigación en Tarija por trata de personas, donde se le acusa de haber otorgado beneficios a los padres de la menor a cambio de su compañía.

Morales, que no se ha presentado a declarar ante la fiscalía, enfrenta una orden de detención. Desde que comenzó la investigación, se ha refugiado en su bastión cocalero en El Chapare, donde cuenta con la protección de sus seguidores. La situación se complica, ya que los candidatos de derecha, favoritos en las elecciones, han prometido arrestarlo si ganan. A pesar de los rumores sobre su posible huida, Morales ha declarado: "No me voy a escapar. Me voy a defender, no me voy a ir".