El Real Cortijo de Torres ha abierto sus puertas con el sol en lo más alto y el termómetro marcando territorio de valientes. A las dos de la tarde, el asfalto del recinto brilla, aún con charcos de agua -y lo que no es agua-, pero con menos público que el que se espera para la mediatarde: las casetas estaban listas, las barras preparadas, los farolillos en orden… solo falta la gente. Algún que otro grupo de tempraneros se ha atrevido a pasear bajo las lonas, buscando sombra y, sobre todo, algún refrigerio para el domingo de la Feria de Málaga .

Las auténticas protagonistas a esa hora son, sin duda, las paellas . Muchas casetas han optado por sacar sus paelleras gigantes y convertir el domingo en una jornada de festín popular. La escena se ha repetido en varios espacios. Los relaci

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