Cuando se levantó, tenía el visor del casco arriba. En su mirada se percibía algo de preocupación, mientras observaba como sus rivales seguían, a toda velocidad, rodando sobre sus motos en el circuito de Spielberg, Austria. Se sintió frustrado. Por eso se llevó ambas manos al casco, como si se estuviera tomando el rostro por incredulidad y bajó el visor: se escondió en su elemento de protección.

El personal de seguridad del MotoGP le preguntó si estaba bien. David Alonso levantó los pulgares de ambas manos. Físicamente, salió ileso de la caída que lo privó de meterse al podio del Gran Premio de Austria en Moto 2. Sin embargo, emocionalmente estaba golpeado. Había hecho una carrera perfecta. Venía volando en la moto, pero en una curva abierta voló de ella.

No se resistió a la caída.

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