Juan Francisco Bauzá llegó a Atlético Nacional sin estridencias, pero con una historia que ya lo define como un futbolista forjado a pulso. De ojos tímidos, pero honestos, y una sonrisa auténtica que lo delata como alguien transparente, el argentino se ha ganado sus primeros minutos en el club verdolaga sin decepcionar. En su brazo izquierdo lleva tatuado el nombre de su abuela, un gesto que dice más de su humildad que cualquier declaración pública.
Nació en Gualeguaychú, una ciudad argentina de no más de 100 mil habitantes, marcada por su carnaval y su río, pero sobre todo por la sencillez de su gente. Hijo de Marcelo, exfutbolista, y Mariana, una mujer dedicada a la familia y al hogar, Juan supo desde pequeño que el fútbol sería su vida. No lo esperaba fácil: jugaba en canchas de tierra