CIUDAD DE MÉXICO (apro).-“Cualquiera de nosotros puede ser Brenda Quevedo, Jacobo Tagle o Juana Hilda”, enfatiza Javier Schütte Ricaud, abogado penalista. Juana Hilda escucha entre las sillas del auditorio del Colegio de México, recientemente liberada por la intervención de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), tras casi 20 años en prisión.

Ricardo Raphael ventila su presencia desde el micrófono a todos los asistentes, contando los horrores que vivió ella y su familia tras su captura: amenazas contra su hermano, el abuso sexual de los policías y el extenuante arraigo para que doblegarla a firmar una confesión, capaz de articular todo el caso fabricado.

En la mesa acompañan sentados Italy Ciani, abogada mexicana; Sergio Aguayo, moderador; Laura Borbolla, abogada; el propio per

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