No es la España vacía, ni la España vaciada: está deshecha. La España deshecha, ardiendo con furia inusitada. La que no le importa a nadie. No es que «falten recursos», en España hay recursos de sobra. El problema es que, aparentemente, nadie sabe administrarlos o repartirlos bien. Según la RAE, «deshacer» tiene varias acepciones, resumidas aquí: «Quitar la forma a algo, descomponiéndolo. Desgastar, atenuar. Derrotar, romper. Dividir, partir, despedazar. Alterar, descomponer. Desaparecerse o desvanecerse de la vista. Estropearse, maltratarse gravemente. Enflaquecer, extenuar. Desapropiarse de algo…» Todas esas definiciones se corresponden como un guante filosófico al ser de lo que hoy llaman «España vacía». O «vaciada». El abandono rural la ha privado de la actividad humana que se practica

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