Nuestra historia con el fuego es una larga historia. Es una historia tan larga como la de la propia humanidad. Pero, en el mundo moderno, esperamos controlar mejor a la naturaleza, competir con su fuerza colosal, domar sus costumbres y sus tendencias. El hombre moderno, el hombre tecnológico, se siente más capaz, incluso omnipotente, no concibe que la naturaleza le gane la partida. Algunos arguyen que el mundo natural se venga del control humano, juega a derrotarlo, pero lo que sucede es que simplemente se comporta como si nosotros no existiéramos. No le incumbe nuestra suerte. Somos una especie entre muchas, y no la mejor. Siente, sí, el impacto de nuestra mano, responde a la acción del efecto invernadero, al calentamiento global, algo que algunos, irresponsablemente, niegan. ¿Acaso pensá
Un sudario de ceniza

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