En las entrañas del sureste asiático, donde el río Mekong traza sinuosas rutas entre selvas espesas y fronteras difusas, se atisba un enclave que desafía toda noción de ley y justicia: la Zona Económica Especial del Triángulo Dorado (GTSEZ). Ubicada en la provincia de Bokeo, Laos, y conectando Birmania, Laos y Tailandia, esta región es un punto rojo en el mapa, además de un vórtice de corrupción, violencia y codicia que opera con descarada impunidad ante gobiernos incapaces de contenerlo. Lo que nació como una promesa de desarrollo económico se ha transformado en un santuario para narcotraficantes, tratantes de personas y ciberdelincuentes, y un reino donde el crimen impera en un vacío legal. Un informe devastador del International Crisis Group destapó esta «cloaca», exigiendo la atenc

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