Las sopas y cremas calientes, tan reconfortantes en los meses de frío, dan paso, ahora en verano, a platos ligeros y frescos que ayudan a sobrellevar el calor sin renunciar al sabor ni a la nutrición. Entre ellos, una opción que gana seguidores cada año es la sopa fría de calabacín: un plato sencillo, económico y versátil que se ha convertido en protagonista de las cocinas estivales.

Esta sopa fría responde a una necesidad muy concreta, la de refrescar y nutrir al mismo tiempo. Cuando el termómetro roza o supera los 35 grados, el apetito disminuye y el cuerpo pide comidas más fáciles de digerir, ricas en agua y con bajo contenido graso. Y, precisamente, el calabacín cumple a la perfección con estas características, ya que contiene más de un 96% de agua, de acuerdo con la Fundación Española de la Nutrición (FEN), y aporta fibra, vitaminas (especialmente la C y algunas del grupo B) y minerales como el potasio o el magnesio.

Consumido en crema y servido frío, este vegetal se convierte en la base de un plato que refresca, hidrata y sacia sin resultar pesado. Además, se prepara con pocos ingredientes y en apenas media hora, lo que lo hace especialmente atractivo para quienes no quieren pasar demasiado tiempo entre fogones en pleno verano.

Las sopas frías, en auge

Gazpacho clásico

La sopa fría de calabacín, aunque se ha popularizado recientemente, se inserta en un abanico mucho más amplio, el de las sopas frías mediterráneas . Desde el gazpacho andaluz hasta el ajoblanco malagueño o la vichyssoise francesa, el recetario de la gastronomía española siempre ha recurrido a estas preparaciones para combatir las altas temperaturas.

Si el gazpacho representa la frescura del tomate y el ajoblanco la intensidad del ajo y la almendra, la sopa fría de calabacín aporta suavidad y neutralidad, lo que la convierte en una base perfecta para incorporar matices según los gustos de cada uno.

Una receta consolidada

Aunque algunos puedan pensar que se trata de una moda pasajera, la popularidad de la sopa fría de calabacín parece consolidarse. Su sencillez, su bajo coste y su perfil saludable han hecho de ella una opción recurrente en los meses de calor, compitiendo con clásicos como el gazpacho o la ensalada de verano. Además, responde a tendencias cada vez más presentes en la alimentación, como la búsqueda de recetas ligeras, el interés por lo vegetal y lo sostenible, y el gusto por la cocina rápida y económica.

En definitiva, la sopa fría de calabacín no es solo un plato veraniego más, sino una propuesta que combina frescura, salud y ahorro. Ya sea en un almuerzo familiar, en un pícnic improvisado o en una cena ligera, esta receta demuestra que comer bien y cuidarse en verano puede ser tan fácil como abrir la nevera y servirse un cuenco verde y cremoso.

Receta básica para principiantes

En cuanto a su elaboración, es mejor usar calabacines pequeños y firmes

La receta más sencilla de la sopa fría de calabacín apenas requiere cinco ingredientes principales:

  • Calabacines frescos (mejor si son pequeños y tiernos, de piel fina).
  • Una patata mediana, que aportará textura y cremosidad.
  • Una cebolla o un puerro, para dar más sabor.
  • Un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
  • Sal y pimienta al gusto.

El procedimiento es muy simple. Te lo explicamos a continuación:

  1. Comienza sofriendo la cebolla o el puerro con un poco de aceite. Luego, añade los calabacines y la patata ya troceados.
  2. A continuación, cubre con agua o caldo vegetal y deja cocer durante unos 20 minutos.
  3. Una vez cocido, se tritura hasta obtener una crema homogénea. El toque final consiste en dejar enfriar la mezcla en la nevera al menos dos horas antes de servir.
  4. El resultado será una crema suave, de sabor delicado, que puede servirse con un chorrito de aceite de oliva crudo, hierbas frescas como albahaca o menta, o incluso con picatostes para quienes deseen añadir un contraste crujiente.

Aunque su fácil preparación la hace ideal para el día a día, la sopa fría de calabacín puede vestirse también de gala y formar parte de menús más sofisticados. De este modo, si se sirve en vasos pequeños o incluso en copas, puede convertirse en un plato ideal para cenas de verano al aire libre.

Variaciones para todos los gustos

Algunas hierbas aromáticas como la menta, la albahaca o el cilantro pueden transformar el sabor del plato

Aunque la receta básica es suficiente para disfrutar de una sopa fría deliciosa, existen muchas variaciones que permiten personalizarla:

  • Con yogur natural o queso fresco batido: aporta cremosidad extra y un ligero toque ácido que recuerda a sopas frías de tradición mediterránea.
  • Con manzana verde: esta fruta le da a la sopa un contrapunto dulce y refrescante que combina a la perfección con el calabacín.
  • Con hierbas aromáticas: la menta, la albahaca o el cilantro pueden transformar el sabor y darle un carácter más intenso.
  • Versión vegana: para conseguirla, simplemente basta con emplear caldo vegetal en lugar de pollo y evitar lácteos. También existe la opción de sustituir la patata por anacardos o leche de coco ligera para espesar.
  • Con especias: un toque de curry suave o de comino cambia por completo el perfil del plato, haciéndolo más original.

Consejos para un resultado perfecto

Para que la receta quede perfecta, conviene cuidar algunos detalles. En primer lugar, es mejor usar calabacines pequeños y firmes, porque son más tiernos y tienen menos semillas. Además, no hace falta pelarlos del todo, ya que la piel aporta fibra y un color verde más vivo, siempre que estén bien lavados.

Otro factor importante a tener en cuenta es vigilar el tiempo de cocción. Con pocos minutos al fuego es suficiente porque si se cuecen demasiado pierden sabor y nutrientes. Y en cuanto al triturado, es importante saber que conviene hacerlo con calma para que la textura quede fina y sin grumos.