CAMPECHE.- En un amanecer cargado de fe, la iglesia de San Román se convirtió ayer en el epicentro de la devoción campechana.
Con la solemne bajada de la venerada imagen del Cristo Negro, los fieles dieron inicio a las festividades que conmemoran 460 años de su llegada a estas tierras, un acontecimiento que une corazones y fortalece la esperanza de un pueblo.
El mediodía marcó el comienzo de esta celebración espiritual con una Santa Misa presidida por el párroco Juan Arcos Arana, cuya homilía resonó en los muros del Santuario Diocesano, abarrotado por cientos de devotos.
La solemnidad del momento se palpaba en el aire, mientras las miradas se alzaban hacia el Cristo Negro, cuya presencia inspira promesas, plegarias y gratitud.
Al concluir la eucaristía, la imagen fue descendida del a