En agosto de 2014, mientras el Sol mostraba una calma inusual, sobre el Polo Norte magnético de la Tierra se desarrolló un evento tan extraño como fascinante: un huracán espacial.
No se trató de una tormenta convencional ni de un fenómeno visible para quien mirara al cielo, sino de un vórtice de plasma de 1.000 kilómetros de diámetro que giró durante casi 8 horas en la atmósfera superior, descargando millones de electrones sobre el planeta.
Los investigadores que analizaron el suceso lo describieron como un evento de gran intensidad, capaz de generar efectos típicos de las tormentas solares más potentes, a pesar de que el entorno solar estaba en uno de sus momentos más tranquilos. Esa contradicción convirtió el hallazgo en una rareza científica.
El satélite militar estadounide