Estoy convencido de que el panorama lector de la actualidad es mucho más confuso de lo que uno puede concluir a simple vista. Recuerdo un amistoso intercambio de ideas en la Filuc entre el escritor Héctor Torres y Jenny Yu, propietaria de una de las librerías más importantes de la ciudad. A grandes rasgos —y sin intenciones de simplificar sus argumentos—, él tenía una expectativa menos esperanzadora del consumo de libros actual, mientras que ella ofrecía una visión totalmente antagónica y, si se quiere, bastante tranquilizadora.
Esta dicotomía contemporánea tiene mucha más importancia de lo que parece. Las estadísticas oficiales también llegan a contradecirse y yo, en mi experiencia personal, observo una sociedad cada vez menos lectora. En Venezuela es raro ver a alguien mientras viaja en