En apenas dos meses, el escenario de los depósitos a plazo fijo en el país dio un giro notable. Desde comienzos de junio hasta mediados de agosto, las tasas nominales anuales (TNA) informadas por los bancos al Banco Central de la República Argentina registraron un incremento promedio cercano a los 10 puntos porcentuales. En algunos casos, las subas fueron aún más abruptas y alcanzaron los 16,75 puntos.

Este movimiento no fue casual: respondió directamente a las decisiones de política monetaria de la autoridad regulatoria, que buscó absorber liquidez, contener la inflación y evitar presiones adicionales sobre el dólar. El efecto de esta estrategia se trasladó rápidamente a los ahorristas.

Los plazos fijos, una de las herramientas más tradicionales de inversión minorista, comenzaro

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