En la concurrida calle 29 entre carreras 19 y 20 de Barquisimeto, hay un lugar que destaca entre el bullicio cotidiano: un puesto de juguetes viejos que brilla con una luz propia, la luz de la nostalgia. Su dueño, Darwin Campos, ha estado en este rincón de la ciudad por seis años, construyendo algo más que un negocio: un puente hacia los recuerdos de la infancia.
Darwin comenzó su aventura con apenas diez juguetes. Al principio, las ventas eran escasas y pocos conocían su puesto. Sin embargo, con el tiempo, su negocio se transformó en un imán para coleccionistas y aquellos que buscan revivir momentos de su niñez. “No solo se trata de vender, sino de darles una nueva vida a esos tesoros olvidados” , comparte.
Los juguetes que ofrece son diferentes a los que se encuentran en las tienda