La ciudad adquiere un carácter especial cuando termina la jornada. El movimiento intenso del día cede lugar a un ritmo más sereno, donde las luces destacan edificios históricos, plazas y avenidas que durante las horas laborales pasan inadvertidos.
El centro se vuelve más accesible para quienes buscan caminar sin tanto apuro, mientras que en los barrios la vida nocturna mantiene su propia energía.
Güemes sigue siendo punto de encuentro con bares, galerías y propuestas culturales que atraen tanto a locales como a turistas. En Nueva Córdoba, los estudiantes y jóvenes prolongan la actividad con cafés, restaurantes y espacios de reunión que marcan la identidad de la zona. Y en la Costanera, el río y sus alrededores se transforman en un escenario distinto bajo la iluminación nocturna.
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