Durante años se repitió un mismo mantra: estudiar humanidades era poco práctico, casi un lujo sin futuro laboral. El camino “seguro” parecía estar en ciencias de la computación. Sin embargo, la realidad está desarmando ese relato. Mientras la inteligencia artificial automatiza tareas y reduce oportunidades en tecnología, las aulas de humanidades vuelven a llenarse.

En la Universidad de California en Berkeley, la matrícula en humanidades creció un 47 % en cuatro años. Este año, áreas como Literatura Comparada, Historia del Arte, Griego Antiguo y Estudios Romanos, entre otras, alcanzaron su mayor número de matriculados en la última década.

Este fenómeno no es aislado: en la Universidad de Arizona, un título en “humanidades aplicadas” —que integra filosofía, literatura e historia con negoci

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