
El presidente Donald Trump renueva sus amenazas de purga ideológica en los museos del Smithsonian una semana después de que la Casa Blanca ordenara una revisión exhaustiva de las exposiciones del complejo museístico. “He ordenado a mis abogados revisar los museos y empezar exactamente el mismo proceso que se ha llevado a cabo con facultades y universidades, donde se han logrado enormes avances”, ha publicado este martes en Truth Social. Implícitamente, Trump reconoce que las presiones a Harvard y Columbia han sido una persecución ideológica.
“Los museos de Washington, y de todo el país, son, básicamente, el último reducto del ”WOKE“. El Smithsonian está FUERA DE CONTROL, donde todo lo que se discute es lo horrible que es nuestro país, lo mala que fue la esclavitud y lo poco que han logrado los desfavorecidos”, ha criticado el mandatario, que parece lamentar la tarea de memoria histórica por parte de la sociedad estadounidense sobre su pasado esclavista. “Este país no puede ser woke, porque lo woke está acabado”, ha afirmado Trump.
Durante la campaña, el republicano tachó a los demócratas de querer imponer una dictadura woke con las políticas de igualdad y diversidad que buscaban borrar el machismo o el racismo de la Administración. Ahora, Trump está haciendo exactamente aquello de lo que acusaba a los demócratas: quiere censurar todo aquello que no tiene que ver con su visión de Estados Unidos.
Del mismo modo que usó la etiqueta de “antisemitismo” para ir tras las universidades y así reprimir uno de los principales centros de pensamiento crítico de la sociedad, ahora emplea del mismo modo la etiqueta “woke” para justificar cualquier tipo de veto a aquellas narrativas que no le gusten. El presidente disfraza de guerra cultural sus acciones autoritarias mientras cerca la libertad de expresión que tanto dice defender.
En el caso de los museos del Smithsonian aún es peor porque Trump ya no es que quiera atacar la libertad de cátedra o de pensamiento, sino que quiere reescribir la historia a su gusto. Tal como expone en su publicación de Truth Social, l e molesta toda la parte oscura del pasado estadounidense y que no se hable sobre “el éxito, sobre lo brillante, sobre el futuro”. Es decir, el mandatario solo quiere dar cabida a una parte de la historia.
El pasado mes de julio ya saltaron las alarmas cuando desaparecieron del Museo de Historia Nacional Americana las referencias a los procesos de impeachment que había sufrido Trump durante su primer mandato. Según la exposición, era como si nunca hubieran ocurrido.
Ningún otro presidente en la historia se había atrevido a interferir en los criterios museísticos del Smithsonian. A pesar de que la institución recibe fondos públicos, todas las administraciones se han mantenido al margen respetando su independencia. Sin embargo, la amenaza de este martes no solo se dirige a los centros relacionados con el Smithsonian Institute, sino a “todos los museos del país”.