Hace dos años, Ramón Couto me sugirió crear un segmento en La Poderosa que recogiera, para la historia, los testimonios de los familiares de los presos políticos cubanos. Como uno más de esa interminable lista de hombres y mujeres que han padecido el presidio más largo e inhumano de la historia contemporánea, quería que el sufrimiento de los familiares no quedara relegado al olvido. El régimen de Cuba ha sido tan cruel que no le bastó con encerrar o fusilar a sus enemigos políticos: también había que lastimar, reprimir y repartir la cuota del calvario entre sus seres queridos.

Clara Abraham, madre del líder estudiantil Pedro Luis Boitel, permanecía a la intemperie afuera del Castillo del Príncipe, en La Habana, con la esperanza de que su hijo en prolongada huelga de hambre estuviese viv

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