No pensamos con frecuencia en que habitamos una esfera iluminada que gira sin cesar, indiferente al destino de reyes, presidentes y magnates. Y que esa esfera, la Tierra , y su movimiento han forjado, a precio de exactitud y conveniencia, el mapa invisible que marca nuestros planes: las zonas horarias . Un invento práctico y, si se lo observa en sí mismo, bastante poético.

En estos días, el tema volvió a instalarse en los medios argentinos a partir de un proyecto legislativo que propone atrasar una hora el huso horario oficial, para alinearlo mejor con la luz solar y los ritmos biológicos . El debate, reavivado también por posteos virales que muestran el desfase horario en regiones como San Rafael, Mendoza, pone de relieve hasta qué punto el tiempo que marca el reloj puede alejarse

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