Tal vez porque mis hijos leyeron antes de las vacaciones Hamlet , Grandes esperanzas y El conde de Montecristo en versión manga, durante estos días en Mallorca he releído la Comedia (Acantilado), de Dante –en la multipremiada traducción de José María Micó–, como una máquina de generar tendencias futuras. La obra maestra del florentino no es solo pura autoficción terapéutica (que comienza con un ataque de pánico a las mismísimas puertas del infierno), también cultiva avant la lettre el romance fantasy , combinando la asexualidad romántica (con Beatriz y con Virgilio, quien no deja de abrazar al protagonista) y el bestiario tolkeniano (mi monstruo favorito es Gerión, ese híbrido de dragón y escorpión, con rostro de hombre honesto). Todo ello en una tensión muy humana entre la sed

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