En 1994, la calma del barrio de Gloucester, en el suroeste de Inglaterra , se rompió con el ruido seco de las palas golpeando contra algo que no era tierra. La policía británica excavaba el jardín de la casa número 25 de Cromwell Street siguiendo la pista de una joven desaparecida .
Lo que encontraron fue mucho más que un cuerpo: bajo ese pasto verde y prolijo, y tras esas paredes pintadas de blanco, Fred y Rose West habían ocultado durante años un cementerio privado en su propia casa. Una a una fueron apareciendo las víctimas; entre ellas la hija del matrimonio, Heather West .
Adolescentes, jóvenes, algunas inquilinas, otras amigas de la familia. Todas atrapadas en una dinámica de abuso, tortura y muerte que se escondía detrás de la apariencia de un hogar corriente.
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