Santi M. Amil

20 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La teoría de las bandas organizadas que incendian el monte gallego está incrustada en el discurso político y en el social porque nos exime a todos de responsabilidades. Si hay una facción de maleantes que, chisqueiro en mano, se dedica a destruir el paraíso perdido, la culpa es solo de ellos y los demás, con los que dirigen la cosa a la cabeza, podemos depositar nuestra frustración en esa «maldad humana» de la que ayer volvió a hablar Alfonso Rueda en la radio. Los hechos, sin embargo, chirrían un poco con la conjetura, pues cuando se indaga en el perfil de los malvados pillados in fraganti lo que aparece es una lista de ancianas, paisanos despistados o irresponsables y algún pobre diablo con las nociones justas, una galería humana

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