La última portada de CARETAS reunió a Gustavo Petro y Nicolás Maduro bajo un mismo foco. No solo por la escalada diplomática de Bogotá contra el Perú en torno a la isla Santa Rosa, sino también por la más reciente “propuesta” de Petro: integrar a los ejércitos de Colombia y Venezuela para combatir el narcotráfico en la frontera común .
En teoría, se trataría de una coordinación inédita para enfrentar al crimen organizado. En la práctica, sin embargo, la paradoja salta a la vista: las mismas guerrillas que hoy operan en la frontera —las disidencias de las FARC, Marquetalia o el Ejército de Liberación Nacional (ELN)— ya no se sabe si son más colombianas o venezolanas. Sus bases se mueven con comodidad entre Arauca, Apure y Zulia, bajo la lógica de un corredor donde el poder del Estado