En un pequeño taller de Duruelo de la Sierra (Soria), a más de 1.200 metros de altitud y rodeado por un mar de pinos centenarios, se fabrica uno de los productos más insólitos del diseño español reciente: la persiana Barcelona . Lo que nació como un proyecto universitario en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, pensado para dar dignidad a los balcones del Raval, se ha convertido en un fenómeno internacional con pedidos que llegan desde Canadá, Australia o Hong Kong .
Todo empezó en 2009, cuando los estudiantes Pau Sarquella y Diana Usón presentaron en un concurso académico un rediseño de la tradicional persiana alicantina, omnipresente en los balcones mediterráneos desde los años 60, pero barata y de corta vida útil. La idea era sencilla pero potente: mejorar ese diseño con mad