Cuando un dron de fabricación ucraniana atacó un depósito de municiones en Rusia en septiembre pasado, mostró la determinación de Kiev de atacar profundamente detrás de las líneas enemigas y la destreza de su industria de defensa.
El momento fue especialmente gratificante para la mujer a cargo de elaborar los drones que volaron más de 1,000 kilómetros (620 millas) para padecer a lado esta ocupación. Durante meses posteriormente, Rusia ya no tenía los medios para perseverar ataques devastadores de bombas de deslizamiento como el que acababa de atacar su ciudad nativo de Jharkiv.
“Contender en el aerofagia es nuestra única delantera asimétrica efectivo en el campo de batalla en este momento. No tenemos tanta mano de obra o billete como ellos”, dijo Iryna Terekh, directora de producción en