Durante nueve entradas, Yankees jugó con la sensación de tener el destino asegurado. El equipo había rozado la perfección en la loma con el novato Cam Schlittler , quien coqueteó con la inmortalidad durante seis innings, pero luego vio cómo su relevo se desplomó como un viejo edificio en temblor. La ventaja se evaporó a un out del triunfo.
Pero en ese espacio donde suelen aparecer los fantasmas de agosto, surgió un hombre que había sido dado por acabado demasiadas veces: Giancarlo Stanton.
El toletero que perdió gran parte de la temporada por lesión se paró en el plato en la décima entrada, con el juego empatado y Rays soñando con consumar la remontada, Stanton descargó un swing de pura furia y conectó un jonrón de dos carreras que cambió el aire denso del dogout de Yankees.
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