El 20 de diciembre de 1989 los marines de los Estados Unidos invadieron Panamá con el definido y único objetivo de capturar a Manuel Antonio Noriega Moreno, mandamás militar del país, y por muchos años pagado por la CIA para que le proporcionara información sobre Cuba y los sandinistas.
Se trataba de llevar a juicio en Florida al ya deshechable servidor, de quien el gobierno americano sabía trabajaba también para el narcotráfico del cartel de Medellín. Dicen que Roosevelt nunca dijo de Somoza -vecino de Noriega- la famosa frase de “sí, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Es de las frases que dejan huella.
El “cara de piña”, como se le llamaba a Noriega, se escondió con la ayuda de una su amante en una iglesia. La inteligencia militar rodeó el templo y tres días con