Colombia atraviesa una de las coyunturas más graves y complejas de su historia reciente. La violencia recrudecida en varios territorios, la desaceleración de la economía, el riesgo de sanciones internacionales y el deterioro de la confianza institucional han configurado un panorama que exige respuestas inmediatas, pero también de largo aliento. No se trata únicamente de reaccionar ante la crisis; se trata de construir una hoja de ruta que permita consolidar la democracia, fortalecer las instituciones y garantizar un equilibrio social y económico sostenible.

En materia de orden público, las noticias diarias dan cuenta del resurgimiento de estructuras armadas, la expansión de economías ilegales y la fragilidad de la presencia estatal en vastas regiones. Esta situación no solo genera tragedi

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