En el decimotercer canto de la Odisea de Homero , Atenea decide convertir a Odiseo a su regreso a Ítaca en un anciano para que los pretendientes de Penélope no lo reconozcan: “Arrugaré el hermoso cutis de tus ágiles miembros, raeré de tu cabeza los hondos cabellos, te pondré unos andrajos que causen horror al que te vea y haré sarnosos tus ojos, antes tan lindos, para que les parezcas despreciable a todos los pretendientes y a la esposa y al hijo que dejaste en tu palacio”. La metamorfosis resulta eficaz: Eumeo, el porquero, no reconoce a su señor y se dirige al pobre miserable al que acoge como a un “anciano”. Quien sí reconoce a Odiseo es otro viejo, Argos , su perro: “Al advertir que Odiseo se aproximaba, le halagó con la cola y dejó caer ambas orejas, mas ya no pudo salir al en

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