En el corazón que sangra tras esta derrota, humillante en el Monumental, hidalga en Allianz Parque, se mastica un ligero alivio que se va con los mil quinientos hinchas de la U que cruzaron el cielo para llegar a Brasil. No es alegría, no es pena, no es rabia. Es un un olor que está ahí y no se va. Se parece, pienso bien, a eso que los brasileños llaman saudade, que no es otra cosa que el hermano menor de la melancolía. No sé trata de enaltecer la derrota, sino de que sirva.
Universitario ha quedado eliminado con total justicia de los octavos de final de Copa Libertadores, a dónde clasificó y fue despedido por mérito propio. Ganó el boleto en River y lo perdió en la ida de esta fase, cuando cayó 4-0, un papelón gigante. Pero quizá se le fue de las manos por esa inocente forma en q