Las palabras presidenciales calmaron el debate, pero no los rumores.

No planea, dijo ayer Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional, ningún cambio en su gabinete y si así fuera tampoco lo anunciaría.

Pero al contrario de sus intenciones, ayer seguían las especulaciones no entre analistas de café, sino dentro del basto equipo de trabajo gubernamental.

Es una afición mexicana muy vieja.

Desde los tiempos del priismo dominante, el futurismo comenzaba en cuanto asumía el poder el nuevo jefe de la nación.

Entonces, pero no en el morenismo, uno de los aspirantes naturales a titular del Poder Ejecutivo era el secretario de Gobernación.

A Olga Sánchez Cordero nunca se le vio como eventual sucesora de Andrés Manuel López Obrador, como ahora tampoco Rosa Icela Rodríguez está en lista de espera.

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