Nadie como la Chapa
Diputada, jamás votaría Sí a todo sin cambiar una sola coma. No buscó trocar convicciones por garantía de estabilidad laboral, blindaje político o guardarropa de pasarela. Nunca acataría la caduca orden: a recoger el tiradero. Injusta y abusiva constatación de que las mujeres deben “limpiar” el desastre causado por más de 2,500 noches de copas sorbiendo el agridulce licor del poder.
Clara Scherer
Amiga estupenda, diría Elena Ferrante, tocayas habían de ser. Feminista desde que se entendió poliédrica. Algo que la anclara, que le diera cauce a su impetuosidad. Hacer pensar era su misión. Reflexionar desde su cuerpo, obvio, de mujer; súper obvio, discriminada. O sea, incomodar a los de enfrente. Y su hábitat era el PRI.
Experta en un arte difícil de calibrar: la amista