En España hay dos tipos de personas: los que tienen casa en la playa y los pringados que cada año les pagamos una cifra obscena por alquilársela. La semanita en la costa este año ha subido un 7% y roza los 1.300 euros semanales, eso dice el informe del grupo de tasación Tecnitasa. Lo cierto es que por ese precio yo no encontré ni un solar con sombrilla, así que soy de los rehenes del verano que ha pagado aún más por pasar unos días de "descanso". Lo entrecomillo porque es difícil conseguirlo cuando estás en una casa con muebles de la bisabuela Josefa, colchones más combados que la hamaca del chiringuito, ventiladores que suenan a reactor de la OTAN y una ducha con cortina amarilleada de las que se empeñan en pegarse al cuerpo.
Ese suele ser el panorama de las casas de verano, a pesar de q