Por un lado, niños gravemente heridos de Gaza, víctimas de la guerra genocida israelí-estadounidense, fueron denegados visados estadounidenses para recibir tratamiento médico vital.
Por otro, un alto funcionario israelí de ciberseguridad acusado de intentar explotar sexualmente a una niña estadounidense fue autorizado a regresar a los territorios palestinos ocupados sin enfrentar justicia en Estados Unidos.
Estos dos sucesos consecutivos revelan una contradicción flagrante en la política exterior y doméstica de EE.UU., una que antepone los intereses geopolíticos sobre la obligación humanitaria y la rendición de cuentas.
En un movimiento que sorprendió a los observadores internacionales, el Departamento de Estado de EE.UU. puso fin la semana pasada a un programa de décadas que otorgaba v