Está dejando huella.
SAN BARTOLOMÉ QUIALANA, México — Durante décadas, los jóvenes de este pueblo en la ladera han tenido dos opciones: cosechar maíz o ir al norte, informaron Teo Armus, Karla Gachet El Correo de Washington.
Tantos se marcharon para trabajar como jardineros y cocineros en el sur de California, que el dinero que enviaban a casa impulsó una transformación económica.
Las pequeñas casas de adobe en esta comunidad zapoteca de unas 2500 personas dieron paso a casas de cemento de dos pisos con portones de hierro forjado. Se pavimentaron los caminos. Cerca del centro se erigió una cancha de baloncesto.
El dinero de los migrantes creó empleos en la construcción y ayudó a impulsar pequeños negocios. En marzo, los líderes locales inauguraron un arco de bienvenida color durazno a