Hay hombres que no necesitan monumentos porque su vida entera es una obra. Hombres como Evencio Cardona, que no solo construyeron casas, calles y plazas… sino también afectos, recuerdos y símbolos para un pueblo que, gracias a ellos, aprendió a llamarse ciudad.

Hoy, en este escrito donde la palabra adquiere solemnidad, quiero elevar una nota tejida con el alma y sostenida por la gratitud. Porque rendir homenaje a este ser humano maravilloso, es rendírselo también a esa generación que fundó con los pies en el polvo y la mirada en el horizonte.

Dosquebradas transitó por intensos caminos urbanizadores gracias a hombres como él, que hicieron del oficio de construir un acto de amor profundo por esta tierra que lo adoptó. No alzó estructuras por ambición ni para dejar su nombre en placas de br

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