
Los vecinos de Boca de Huérgano viven con angustia las consecuencias de los incendios que arrasan la provincia de León , mientras critican duramente la gestión política y las restricciones ecologistas que consideran responsables de la magnitud de la catástrofe. «Los ecologistas no dejan cortar una hierba, hijo. No sé. Ni una carrera ni una escoba. No puedes cortar nada. El ecologismo es lo que ha conseguido que esto esté quemado», apunta una vecina.
En medio del humo y el resplandor de las llamas, los habitantes de esta localidad leonesa han tomado la iniciativa para proteger sus hogares. «Este pueblo se ha limpiado todo alrededor, pero ha sido la junta vecinal del pueblo el que ha puesto todos los medios», explica un vecino.
La situación se vuelve paradójica cuando las propias autoridades cuestionan las labores de prevención: «De la Guardia Civil, viene uno y dice que sí teníamos el permiso para desbrozar. Y claro, es materia ya muerta, prácticamente lo que había. Y que te vengan a decir eso. O sea, con la que está cayendo por aquí», relata indignado otro habitante.
Los testimonios reflejan la desesperación de quienes ven peligrar sus hogares . «Una angustia, hijo. Yo anoche, a las 03:30, estaba andando por el pueblo y ves todo rojo. Se veía el resplandor del fuego que está ahí, justo detrás», cuenta un vecino sobre las horas más críticas.
Una mujer expresa la tristeza generalizada: «Sientes impotencia, yo creo, de ver que pasan los días, pasa el tiempo, no tienes información, no sabes cómo te puede ayudar. Es trabajo que normalmente debería de estar hecho, que de repente está cerca de las casas y dices ‘estoy perdiendo mi hogar’».
Los habitantes se niegan a abandonar sus pueblos. « La gente no se quiere ir del pueblo , porque las casas hay que las tienen que proteger el dueño y si tiene que dar la vida por su casa, la da lo mismo que la da por otras cosas», defiende un vecino la decisión de permanecer.
Los testimonios más duros apuntan directamente a las políticas ambientales como causantes del desastre. « Los ecologistas no dejan cortar una hierba , hijo. No sé. Ni una carrera ni una escoba. No puedes cortar nada. El ecologismo es lo que ha conseguido que esto esté quemado, que este parque y esta zona que es absolutamente maravillosa, esté quemado», sentencia tajantemente un habitante.
Otro vecino denuncia la contradicción de las políticas: «¿Hace un mes me multas y ahora me dirías que fuera a quitarlo? ¿Entonces, en qué quedamos? Pues hace un mes me multas por hacer lo que acabo de hacer ahora mismo».
La ironía de la situación no pasa desapercibida para los lugareños, que critican la ausencia de preocupación real por el medio ambiente: «¿Dónde están los animales? Aquí que hay de todo. Y hay osos y hay ciervos y hay venados y hay jabalíes. ¿Dónde están? ¿Quién se ha preocupado de sus animales? ¿Dónde van a vivir ahora con todo esto que ha visto los ecologistas?».
Los habitantes denuncian una burocracia asfixiante que impide la gestión adecuada del territorio: «No vienen aquí, no están aquí. Los que regulan no lo ven. Te matas a preguntar y a pedir poder desbrozar, poder hacer cosas y siempre es un no».
Un vecino resume la situación: « Hay una restricción desde un punto de vista de usuarios del monte, vamos a decir exagerada, y pensamos que eso se tiene que flexibilizar más y que la gestión sea compartida, que se consulte más a los presidentes de las juntas vecinales, a los alcaldes, al municipio en general y que se regule más que prohibir».
La frustración alcanza niveles críticos cuando se trata de la vida cotidiana: «Estamos hartos de ver helicópteros persiguiendo a deportistas, andando en moto por un camino. ¿A ver, vas a organizar un evento de bicis? No, no, como me llegaron a decir en medioambiente una vez: ‘¿Que pintam las bicicletas por el monte, hombre, por Dios!’».
La conclusión es clara para estos vecinos: «Llega un momento en que es tan estúpida la política que dices: ‘A ver, está muy bien conservar, pero tenemos que vivir. Tenemos que seguir disfrutando de los montes y cada uno a su manera’».