Dedicada a Miguel Delibes
Cada verano, la geografía española se tiñe de humo. Los incendios forestales, cada vez más voraces y difíciles de controlar por los efectos del cambio climático, se han convertido en una tragedia recurrente. Sin embargo, detrás de cada hectárea calcinada no se esconde solo un drama ambiental, también late un drama social, el de una España que se apaga al mismo ritmo que sus pueblos se vacían.
Todo el oeste peninsular, incluida esa franja fronteriza con Portugal conocida como ‘la Raya’, que se extiende en España desde A Guarda (Pontevedra) hasta Ayamonte (Huelva) y por la parte portuguesa desde Caminha (Minho) hasta Castro Marim (Algarve), se ha convertido en símbolo de esta doble herida. Territorios con densidades de población similares a Laponia, pueblos donde