En Afganistán, cada día es una carrera de obstáculos para sobrevivir, especialmente si se es mujer, niña, periodista, defensor de derechos humanos, integrante de una minoría étnica o religiosa, o simplemente alguien que se atreve a pensar distinto de los talibanes . Bajo el yugo de las autoridades de facto talibanas, el país vive una crisis de derechos humanos que no cesa. La persecución por motivos de género, la represión política y las ejecuciones extrajudiciales ya no son excepciones: son la norma.
La represión talibana se sostiene sobre un elemento clave: el desmantelamiento total del sistema de justicia. Desde que tomaron el poder en agosto de 2021, hace ya cuatro años, han sustituido la Constitución y la legislación nacional por un sistema opaco, arbitrario y sin garantías, basado e