El Mercado de la Recova en Santa Cruz de Tenerife , que ya es por sí mismo un retablo de colores y pregones, guarda en sus entrañas un templo anfibio: Nicomedes. No es bar ni pescadería, sino ambas cosas a la vez; un híbrido feliz donde la vitrina reluce como joyero de coral. Ostras que parecen haber naufragado en hielo, percebes con pinta de romanos de escollera, carabineros de rojo litúrgico, almejas que cantan habaneras y bogavantes en pose de emperador. La mar, servida en bandeja metálica, esperando turno de liturgia. El oficiante tinerfeño es de los que mandan sin gritar. Camiseta azul marino, gesto rápido y verbo medido, con la autoridad del que lleva media vida negociando con el oleaje. Y a su alrededor, la bulla necesaria: parroquianos que comen de pie, turistas que creen h
Ronda de bares: Nicomedes en Tenerife, mar en barra y bulla canaria

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