La última vez que las Cortes Generales debatieron y votaron unos Presupuestos del Estado no fue en la prehistoria. Pero al ritmo en que transcurren los cursos políticos en España, bien lo parece. Hay que remontarse a 2022, cuando el Consejo de Ministros, el Congreso y el Senado, dieron luz verde respectivamente a las cuentas públicas del año 2023, que son las que, todavía, siguen en vigor.
Se trata de una anomalía que sintetiza a la perfección lo que está siendo la presente legislatura en España: la más infausta e improductiva que se recuerda en democracia en lo que a aprobación de iniciativas se refiere. Traspasado el ecuador desde las últimas elecciones, la norma más importante de cada mandato gubernamental, ni siquiera parece estar en el horno. Aunque Pedro Sánchez, en su balance de fi