Una investigación publicada en la revista científica Nature Immunology ofrece una nueva posibilidad para el desarrollo de tratamientos que sean eficaces para más pacientes. Es una mejora notable, ya que las inmunoterapias disponibles en la actualidad solamente son efectivas en menos de la mitad de los pacientes que las reciben.

La investigación, que se ha llevado a cabo en ratones y muestras de células humanas, muestra que una proteína llamada STUB1 limita el funcionamiento de las consideradas «élite de las células inmunitarias que destruyen el cáncer», los linfocitos T CD8+. Esta proteína interfiere con los receptores (sobre todo IL-27) que son cruciales para que las células T desplieguen su fuerte respuesta inmunitaria contra los tumores.

Al bloquear a STUB1 , los investigadores han podido encontrar nuevas vías para dotar de nuevo potencial a las terapias basadas en esa respuesta inmunitaria.

«A pesar de que las inmunoterapias contra el cáncer han transformado el modo en el cual se trata la enfermedad , es importante que encontremos nuevos modos de extender sus beneficios, que salvan y mejoran muchas vidas, para que los reciban más personas», ha declarado Martin LaFleur, investigador del Instituto Blavatnik de la Universidad de Harvard, y autor principal del estudio.

Su equipo se muestra convencido de que la combinación de su trabajo y las técnicas CRISPR de edición genética permitirán identificar dianas terapéuticas y seleccionar las que serán óptimas para los pacientes.

Eliminar células cancerosas

Usando CRISPR, los científicos realizaron un cribado sobre casi 900 genes para ver cuáles son los que evitan que las células T CD8+ realicen su función de eliminar células cancerosas con máxima eficacia. Uno sobresalió entre todos los identificados, STUB1 . Al borrar ese gen en las células T CD8+, estas ganaron potencia a la hora de eliminar tumores. Los ratones sin el gen STUB1 tenían tumores que crecían más despacio y vivieron más que los ejemplares que no habían sido modificados genéticamente para «perder» ese gen concreto.

En sus experimentos, observaron que STUB1 funciona atenuando la capacidad de las células T de detectar y responder a unas moléculas llamadas citoquinas, que despiertan la respuesta inmunitaria.

SUB1 se une a otra proteína conocida como CHIC2. Cuando interactúan, STUB1 y CHIC2 neutralizan receptores clave de la superficie de las células T, lo que hace que estas respondan en menor medida a las señales que emiten las citoquinas. Esto sugiere que bloquear la combinación de STUB1 y CHIC2 podría reforzar la respuesta natural del organismo contra el cáncer y, además, servir para diseñar nuevos tratamientos para esta enfermedad.

A pesar de que el trabajo se ha llevado a cabo sobre todo en ratones, los científicos indican que hay signos de que el mismo proceso tiene lugar en humanos.

En una serie de experimentos realizados de forma independiente, mostraron que quitar una de las dos moléculas (STUB1 o CHIC2) de células T humanas hace que se incrementen los niveles de receptores de citoquinas, lo que es coherente con el hallazgo del trabajo realizado con animales de laboratorio.