En el 2026, Colombia enfrentará una de las elecciones más decisivas para su futuro. Está en juego su democracia e institucionalidad, estabilidad y prosperidad , así como su relacionamiento internacional. Esta coyuntura exigirá que la sociedad reflexione de forma serena y profunda sobre qué país se quiere no solo para los siguientes años, sino también para las próximas generaciones.
La dimensión del reto que enfrentamos es inconmensurable, lo cual exige un gran sentido de unidad nacional y patriotismo. Sus líderes deben dejar a un lado las vanidades, los egos y los rencores. No tiene sentido que arrastren las malquerencias del pasado y pretendan trasladarlas al presente e imponerlas al destino de sus hijos y nietos. Ese no es el camino. No es justo ni sensato. Llegó el momento de sanar el