En Verín (Ourense), David Souto, apicultor de 'Abella Obreira' hace balance con gesto serio. La magnitud de las pérdidas todavía le cuesta ponerla en cifras. "Tengo 600, y afectadas realmente unas 300, casi la mitad más o menos", relata, señalando los restos calcinados de lo que hasta hace unos días era una explotación en plena actividad.
Los incendios llegaron en el peor momento posible: justo cuando los apicultores estaban en plena recolección. Eso obligó a improvisar, a correr contrarreloj para salvar lo poco que se podía. "Tuvimos que sacar la miel primero y después intentar salvar las abejas", recuerda Souto.
El traslado de las colmenas que sobrevivieron no fue sencillo. Hubo que recurrir a la ayuda de amigos y vecinos para mover con urgencia lo que quedaba en pie. Pero la h